Ya estamos en Chiang Mai

El sábado madrugamos porque teníamos que coger el bus que nos trajo a Chiang Mai.

Contratamos un tuktukero con el que por algo menos de un euro (40 bahts) recorrimos los tres kilómetros que teníamos hasta la estación de buses.

Llegamos, compramos los billetes y nos montamos en un bus ochentero, con un espacio entre asientos solo apto para thais y el aire condicionado a tope como suelen ponerlo por estas tierras.

Cinco horas y media de cabezadas despues, llegamos a la estación de buses de Chiang Mai, la segunda ciudad en población del país.

Peleamos otro tuk tuk y nos encaminamos a nuestro hotel. A medio camino busqué mi cartera para pagar la carrera y no estaba en mi bolsillo. Rebusqué en todos los bolsillos, …, y nada.

Llevamos el pasaporte, una tarjeta de crédito y el dinero en una riñonera interior de la que no nos separamos, pero en el bolsillo llevaba mi cartera con el DNI, carnet de conducir, otra tarjeta de crédito, unos 40€, 1000 bahts, tarjeta sanitaria, …, una puñeta.

Había dormido algo y estaba casi convencido de que no me la habían robado sino que se me había deslizado del bolsillo.

Rápidamente le dijimos al tuktukero que vuelta a la estación, que estábamos en un lío, con poca ilusión de que siguiera aparacado en la estación dado que seguía ruta hasta Chiang Rai (una ciudad a tres horas de aquí) pero a ver si por lo menos podíamos hacer que llamasen al chofer y si la cartera siguiera en el bus que nos la mandase de vuelta al día siguiente.

El dinero era lo de menos, pero renovar el resto de los papeles era un lío.

Así que a toda velocidad en nuestro tuk tuk recorrimos el trayecto de vuelta a la estación y al llegar, …, el bus seguía allí (luego nos enteramos que en Chiang Mai paraban un rato para comer) y el chofer estaba esperándome.

Al vernos llegar a toda mecha sacó su cartera y me hizo señas con ella. Me acerqué y me dijo que le acompañase a la oficina de información de la estación que es donde la había entregado por si la reclamaba.

No faltaba ni un céntimo. Le agradecí el favor y de vuelta al hotel, esta vez si con mi cartera.

Llegamos al Awanahouse (un hotel también recomendable y céntrico) sin reserva y solo les quedaba una habitación. Por los pelos.

Hicimos checkin, nos tomamos una cervecita, dimos una vueltilla por el centro y nos fuimos al Night Market. La verdad es que tiene mucho nombre pero no nos enamoró.

Buscamos un sitio para cenar y nos fuimos a la cama que las casi seis horas de bus pasaban factura.

El domingo madrugamos y recorrimos los templos más importantes de la ciudad, hay muchos y muy interesantes. Además recorrimos varias agencias de viaje para contratar un trekking para lunes y martes.

Encontramos lo que queríamos y lo dejamos contratado para el día siguiente.

Tras comer el domingo vimos cómo al lado de nuestro hotel comenzaban a montar el Sunday Market. Un mercado mucho más tradicional, de artesanía, gastronomía local, música, …, un evento que reune a muchísimos thais y que es delicioso.

Dedicamos toda la tarde noche a recorrerlo, cenamos en diferentes puestecillos, escuchamos música, …, una gozada de tarde.

Tras la cena nos volvimos pronto al hotel, porque teníamos que preparar la mochila para el trekking y descansar que los dos días siguientes iban a ser duros.